Tenemos claro que las mujeres asumen y aceptan que su rol es el de cuidar de la familia y atender desde la sombra a las visitas y el del hombre mantener a la familia económicamente y atender desde la luz las relaciones sociales.
Ahora, reflexiones sobre esto, cada uno las suyas, y por ser este un lugar público y al alcance de todos, voy a dejar las mías, las más profundas aparte y me limitaré a contaros costumbres.
Tuve el placer hace unos días de pasar una jornada completa en una casa donde la familia es de religión musulmana, así que pude ver de cerca un poco más su vida.
Iba yo sola, me llevó un chófer, y me recibió sin abaya, sin velo. Nunca la había visto así.
Una vez más, la hospitalidad árabe estuvo presente. Ya dentro, me invitó a quitarme los zapatos y la abaya y entramos en el salón de la casa.
La casa está dividida en dos salones, uno para hombres y otro para mujeres. Como estábamos solas, estuvimos en el de hombres, más amplio. Si le preguntas a esta mujer, qué opina de esta separación, contesta que le da igual, que son costumbres que se mantienen y que no se cambian por no “cabrear” a los más radicales….pero que se adaptan a con quien está. Esa respuesta la estoy encontrando en muchas de las preguntas que como occidental te haces constantemente.
Los hijos no fueron a clase ese día. Parecía habitual el absentismo. De hecho se quedaron durmiendo hasta media mañana.
Vino una amiga de ella,y nos acompañó. Esta ni papa de inglés así que poco puedo contar. Esta, no se quitó la indumentaria en todo el rato. Tuvimos un desayuno buenísimo, y casero: tortitas con todo lo que puedas poner (mermeladas, miel, siropes…..), galletas, café, te….etc.
Y charlamos. Todo estaba justificado, todo lo que nos sorprende, a ellas les da igual. Y supongo que para muchas personas de alli, y algunas en Occidente, el estar en casa cuidando de los hijos, de la casa y del marido, es motivación suficiente para pasar por esta vida. Supongo que el dicho de “es más feliz el que menos sabe” aquí podría ser aplicable.
Dimos un paseo por la zona. Todo desierto porque la casa esta bastante alejada de la ciudad. Asi que imaginaros, encima en medio de la nada. Vaya juerga!
La preparación de la comida fue muy interesante. Aprendí mucho, muchas especias, muy elaborado, mucha dedicación. Y el resultado exquisito. La hija nos acompañó aprendiendo y fue ella la responsable de limpiar al terminar. Los hijos jugaban a la play.
Luego por la tarde, empecé a echar de menos “hacer algo”. Pregunté sus costumbres y me dijo, limpiar, cocinar para la cena, dormir, o como tocaba hoy: pasar la tarde con amigas de chachara (yuju!)
Hablamos de que la música no estaba prohibida, las pelis tampoco. El problema venía cuando esto se convertía en eventos sociales, es decir, que lo prohibido era lo que parecían fiestas.
Me contaron todo el proceso de boda. 3 fiestas durante 3 días, la pedida de mano, la fiesta de compromiso y la boda....con dote y todo incluido. Elección por parte de los padres de los novios.....y cosas así.
Al caer la tarde y venir a por mi Antonio, hubo un cambio radical. Se colocaron “el traje regional al completo” y dejaron de hablar. Se convirtieron en fantasmas……
En fín.
He intentado contarlo objetivamente. Espero no haber mostrado demasiado el plumero y dejaros reflexionar un poco a vosotros...
Gracias por escuchar (o leer), gracias por seguirnos. Nos sentimos más acompañados.
Elena. Entre mujeres.